domingo, 30 de noviembre de 2008

Una forma de expresar el frío intenso

Hoy quiero exponer la expresión que oí en boca de un compañero de trabajo al terminar la jornada. Antes de salir a la calle, me explicó en tono socarrón que afuera hacía tanto frío que cuando salía –mi compañero– a la calle era como si alguien le diera «bofetadas en la cara sin parar» y, a modo de énfasis, añadió que dada la rapidez con que se sucedían las bofetadas «no podía cerrar los ojos»
Si la analogía entre el frío intenso y alguien dándole bofetadas en la cara sin parar ya provoca en el oyente un impacto parecido al de las mismas bofetadas, el fenómeno de no poder cerrar los ojos por las bofetadas es de una complejidad enorme y muy difícil de imaginar en todas sus consecuencias, ya que cuando uno recibe un golpe en el globo ocular, a parte de sentir una molestia horrible, tiende a cerrar el párpado de forma refleja; en cambio, según esta idea, antes de accionar el párpado la palma de la mano ya está otra vez flagelando el ojo y bloqueando el movimiento del párpado, y así sucesivamente durante todo el trayecto, lo cual implica que las bofetadas se suceden a una velocidad y precisión tremendas, con la dificultad añadida de que el agresor –el frío intenso en este caso– ha de caminar hacia atrás para poder darlas (el frío intenso caminando hacia atrás, ojo). Todo esto sin tener en cuenta la incongruencia narrativa de que si alguien es objeto de una agresión tan atroz lo último que le interesaría comentar es el detalle de no haber podido cerrar los ojos durante la agresión a causa de la agresión. 
En fin, este amigo no era consciente de lo que proponía. Seguimos todos juntos empujando este barco que empieza.

sábado, 29 de noviembre de 2008

¡Hola de nuevo! Seguimos juntos dentro de este sueño hecho realidad que es el Nuevo Blog de Miguel Noguera. Simplemente quería añadir información a la idea de la gente que empuja un barco.
La imagen es la de un grupito de amigos bien avenidos que empujan por el suelo un barquito de madera de dimensiones extrañas: un barco pequeño e incómodo para que lo ocupe un adulto, pero excesivamente robusto y serio –si se puede aplicar la seriedad a una estructura de madera– para que lo maneje un niño solo. De hecho, creo que la seriedad en este caso tiene que ver con que el barco pesa lo necesario como para malherir al niño en caso de cernirse sobre él, y su madera, aunque buena, no está lo suficientemente tratada como para garantizar que el niño no se clave una astilla dura y larga. Es decir, el barco parece una especie de juguete serio, pero en ningún caso una reproducción para coleccionistas ni nada por el estilo; es demasiado grande y sólido para eso. Los amigos lo empujan vacío hacia el muelle bastante sonrientes. El asunto es que el desnivel entre el muelle y el agua es, ¿cómo decirlo?, lo suficientemente pronunciado como para pensar que el barquito caiga al agua bocabajo, o bien de punta y luego boca abajo. La simple visión del desnivel y el barco de dimensiones extrañas –al fin y al cabo un objeto trabajado y digno de aprecio–siendo empujado tan alegremente hacia el muelle provoca desasosiego y todo tipo de pensamientos incómodos a aquel que pasa por allí y presencia la escena. Pensamientos como: Los chicos que empujan el barco deben de saber perfectamente que, por alguna ley de flotación que se me escapa, el barco no caerá de mala manera ni se hundirá; pero tal como yo lo veo es muy evidente que el barco corre riesgo de hundirse. ¿Es posible que no hayan caído en la cuenta de todo esto? ¿Es posible que solo yo lo esté viendo? ¿Acaso quieren hundirlo? Pero ¿cómo pueden querer hundir un barquito nuevo de buena madera? No entiendo nada. Aparte de la escena tan incómoda del muelle y el barquito raro, he de decir que la frase «Todos juntos empujando este barco que empieza» me acompaña desde hace unos cuatro años en relación con la imagen de la inauguración de un pub abierto por un joven empresario que ha invitado a su grupo de amigos. La frase «Todos juntos empujando este barco que empieza» flota en el subtexto de la velada y dan ganas de que el barco se hunda en la misma inauguración de un modo horrible.

TODOS JUNTOS EMPUJANDO ESTE NUEVO BARCO QUE EMPIEZA

El Blog de Miguel Noguera comienza una nueva etapa más distendida. Atrás quedan esos textos farragosos de pretensiones literarias, esas cacas secas esporádicas. Ahora todo será más fluido y me dirigiré a vosotros directamente, como se hace en los blogs. También procuraré incluir imágenes de vez en cuando. ¡Démosle la bienvenida al Nuevo Blog de Miguel Noguera! ¡Adelante! ¡Vayamos todos a empujar ese nuevo barco que empieza! Aunque quizás este nuevo blog se parezca más al anterior que el mismo blog anterior. La insistencia en empujar un barco que «empieza», en general, nada de zarpar ni de «empezar a navegar». P.D. Aquellas personas interesadas en recibir un documento que incluya todas las entradas del antiguo blog solo tienen que pedirlo a noguera.miguel@gmail.com