Esto se me está yendo de las manos. Y mira que el blog es para mí lo primero, lo más importante, y con lo que más disfruto; pero aún así lo tengo descuidado. Joder, es que ya no sé qué me roba el tiempo para no dedicarme por entero a él. No tengo otra cosa que hacer. Me apasiona actualizar y nada me lo impide. De hecho todo son facilidades, mirad qué bien está internet ahora. Internet está gustándose. Pero soy tan tonto que no actualizo. Además, estoy revisando y tengo un montón de posts terminados, muy pulidos, muriéndose de risa en la parrilla de salida. Con sólo apretar un botón todos reiríamos. Pero no, en vez de eso me paso el día culpándome por no mantener vivo este espacio. No paro de insultarme... cosas como
"hijo de puta", o "
hijo de puta por no actualizar", o
"imbécil", que también lo uso bastante. No me ando con tonterías, a veces incluso cae un
"eres imbécil ¿o qué?" con ese gancho final, o
"idiota, ¿que coño haces?", sí, a veces suelto un
"idiota ¿qué coño haces?", como si me dijera a mí mismo
"hey man, are you crazy?". Me monto
ese Harlem cerebral para sacudirme
. Y escuece, ya lo creo, ¡despierta Miguel! Pero nanai, no actualizo ni para atrás. Bueno, en realidad este monólogo, este frenesí en mitad de la noche, ya es un "actualizar para atrás" ¿no?. Actualizar sobre lo poco que actualizas es un lugar común bien sucio, una cobardía.com, como meter la mierda para adentro. Estás cagando en tu casa y oyes que entran ladrones, apagas la luz del baño con sigilo y retornas el torpedo al depósito. Abortas la descarga lentamente...
"hoy no podemos jugar, tenemos visita". ¿O qué? ¿o vosotros soltaríais el material? Ya no es cuestión de que haga o no haga ruido al caer al agua -aunque sería lamentable revelar tu presencia a unos ladrones a través de ese ruido, ese c
hof apagado tan característico- más bien es un asunto narrativo: no puedes cagar sabiendo que te han entrado a robar, ¿o sí? Abro el debate, ¿por qué no permitirse ese momento de relax antes de que estalle la tormenta?
"Una banda del Este acaba de entrar en casa. Oigo cadenas, me espera lo peor. Pero antes, dejad que me alivie pensando en mis cosas... chof... chof...", y después te limpias el culo, ¿por qué no?, te limpias tranquilamente mientras oyes cómo suben por la escalera. Como una madre asume que sus hijos hiperactivos han regresado del colegio y la buscan por la casa para que les prepare la merienda. Ese tono materno tan resignado, ese
"ya vaaa" asociado al ruido de la cadena del váter.