¡Hola de nuevo! Seguimos juntos dentro de este sueño hecho realidad que es el Nuevo Blog de Miguel Noguera. Simplemente quería añadir información a la idea de la gente que empuja un barco.
La imagen es la de un grupito de amigos bien avenidos que empujan por el suelo un barquito de madera de dimensiones extrañas: un barco pequeño e incómodo para que lo ocupe un adulto, pero excesivamente robusto y serio –si se puede aplicar la seriedad a una estructura de madera– para que lo maneje un niño solo. De hecho, creo que la seriedad en este caso tiene que ver con que el barco pesa lo necesario como para malherir al niño en caso de cernirse sobre él, y su madera, aunque buena, no está lo suficientemente tratada como para garantizar que el niño no se clave una astilla dura y larga. Es decir, el barco parece una especie de juguete serio, pero en ningún caso una reproducción para coleccionistas ni nada por el estilo; es demasiado grande y sólido para eso. Los amigos lo empujan vacío hacia el muelle bastante sonrientes. El asunto es que el desnivel entre el muelle y el agua es, ¿cómo decirlo?, lo suficientemente pronunciado como para pensar que el barquito caiga al agua bocabajo, o bien de punta y luego boca abajo. La simple visión del desnivel y el barco de dimensiones extrañas –al fin y al cabo un objeto trabajado y digno de aprecio–siendo empujado tan alegremente hacia el muelle provoca desasosiego y todo tipo de pensamientos incómodos a aquel que pasa por allí y presencia la escena. Pensamientos como: Los chicos que empujan el barco deben de saber perfectamente que, por alguna ley de flotación que se me escapa, el barco no caerá de mala manera ni se hundirá; pero tal como yo lo veo es muy evidente que el barco corre riesgo de hundirse. ¿Es posible que no hayan caído en la cuenta de todo esto? ¿Es posible que solo yo lo esté viendo? ¿Acaso quieren hundirlo? Pero ¿cómo pueden querer hundir un barquito nuevo de buena madera? No entiendo nada.
Aparte de la escena tan incómoda del muelle y el barquito raro, he de decir que la frase «Todos juntos empujando este barco que empieza» me acompaña desde hace unos cuatro años en relación con la imagen de la inauguración de un pub abierto por un joven empresario que ha invitado a su grupo de amigos. La frase «Todos juntos empujando este barco que empieza» flota en el subtexto de la velada y dan ganas de que el barco se hunda en la misma inauguración de un modo horrible.
2 comentarios:
Dios sabe que estamos contigo, pero joder, que raro es todo esto.
La idea de que este blog hable durante meses y meses de la metáfora del barco; que el propio blog sea un barco que no empieza.
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