domingo, 1 de febrero de 2009

Uh*, hola, de pequeño hice un dibujo en el que un forzudo saltaba un muro rebozado de cristales, lo hacía volteando su cuerpo sobre él para dejarse caer luego en una colchoneta.


Fijaos que se apoya en el otro lado del muro para no cortarse con los cristales, un apoyo posible aunque muy sutil. Además, se da a entender que una sucesión de forzudos salta el muro uno tras otro y se retiran prestos de la colchoneta para no entorpecer el devenir de los cuerpos, pero en el dibujo uno de ellos acaba de levantarse de la colchoneta y en vez de darse prisa para desalojarla se encuentra inmóvil observando al espectador (aquí he puesto una frase de libro de arte) y para más desconcierto tiene un pie apoyado sobre una especie de mojón de piedra que supongo puse allí para dignificar su pose. A veces los ponía sobre podios o pedestales, en parte porque siempre empezaba a dibujarlos por la cabeza habiendo dibujado anteriormente la línea del suelo y algunos quedaban suspendidos en el aire viéndome entonces obligado a camuflar el desajuste de algún modo; de hecho algunos llevaban un taco bajo cada zapato de la misma anchura que éstos para ahorrarme tener que quebrar la línea vertical; pero volviendo a ese hombre de la colchoneta, ¿dónde guardaba la piedra durante la pirueta? ¿por qué un posado en ese lugar de tanto trasiego?. Decididamente lo que más me seduce del conjunto es el contraste entre la piedra sirviendo de apoyo al guerrero y la inestabilidad que le procura la colchoneta.

Hablando de mojones y apoyos, la idea de un hombre que guarda la obra completa de Freud dentro de la suela de su zapato ortopédico. Yo creo que no está nada mal guardar eso precisamente allí.

Y antes de bajar a mi camarote, una última y desagradable dosis de Noguishe, un trago traicionero que toma la vía equivocada y es expulsado de mala manera por la nariz. Lo que ahora voy a explicar es verdad, el otro día vi, en la cola para comprar el pan, a una señora que había serrado la puntera de sus mocasines, claramente lo había hecho en su casa con la ayuda de una sierra de marquetería; del hueco resultante asomaban los dedos gordos rodeados por un escueto jirón de pelusa blanca de celulosa, como si en vez de calcetines llevara servilletas de papel (¡ojo!, servilletas de papel, no papel de cocina).


Ahora sí me despido, pero antes de bajar dejo el timón atado a alguna parte para no desviar el rumbo (a alguna parte dice, no sabe a qué cosa en concreto podría atar el timón, ¡vaya con el bueno de Noguishe!).

*Homenaje a los Nuevos Mamuts. (Filas, quiero aprovechar para decirte algo, escúchame, el telescopio que guardas en tu habitación alberga un secreto, el Secreto de Salvador Dalí, ¡no!, ¡no te vayas!, ¡Filas!).

11 comentarios:

Patricil dijo...

Las servilletas son para los acaudalados, igual que los kleenex.

VENGA MONJAS dijo...

"A alguna parte"...
No sabe dónde atar el timón... y en teoría lleva ya meses en este barco! Anda ya!
¿Qué nos quieres hacer creer, que siempre te acompaña un becario y precisamente hoy no está?

Ahí se te ha visto el plumero, Noguishe!

PD: ¿qué tal esa idea: Ver un plumero como algo revelador?

Guía de Pájaros dijo...

He aquí una relectura que puede traer cierta controversia:

El fortísimo atleta se dirige hacia la tapia ataviado con unas gafas de sol, tal como podemos ver en el dibujo de Noguishe Kid.

Una vez ha pegado el salto, AQUÍ EMPIEZA LA VERDADERA HAZAÑA. En cuestión de segundos, el atleta abre un pequeño cajón de detrás del muro, recoge la siniestra caja negra y deposita en su lugar las gafas, y cierra el cajón. Luego aterriza.

La operación ha salido redonda. Ahora el atleta nos desafía. Erguido y pisando la caja, nos hace dudar. De verdad su pierna AHORA mide 20 centímetros? Un mago. Empujemos.

El Hombre de la Pústula dijo...

Es curioso, a mí lo del trago expulsado por la nariz me pasó una vez, con un fideo. Si hubiera sido un espagueti habría quedado asomando a la vez por la nariz y por la boca, y podría haber tirado de ellos, alternando como el que se pasa la toalla por la entrepierna y se frota para secarse mejor, pues así habría podido yo aprovechar el espagueti para dejarme las fosas nasales expeditas. Lástima que fuera sólo un fideo.

Un espárrago podría haber valido también.

(Todo esta argumentación no era más que una excusa para poder decir fosas nasales expeditas. Mi buena acción del día)

estanli cuvric dijo...

El Caballero Perspectiva Caballera no se encontraba en el gimnasio... ¿no es así?

Hongos dijo...

Me parece muy fuerte que la suela-armario no funcione con cerradura, o con un mísero candado. Por lo que deduzco se trata de un sistema de doble puerta con tiradores metálicos que se mantienen cerrado gracias a dos pequeños imanes. Demasiado endeble. Eso obliga al pobre hombre a caminar con una precaución terrorífica, evitando los movimientos bruscos. La frase "¿Esos libros de Freud acaban de caerse de la suela de ese zapato?" dicha en voz alta.

Forjando Texas dijo...

HE VUELTO.
HE QUERIDO VOLVER.

El Hombre de la Pústula dijo...

Mi estricta educación católica, siendo el único niño en un colegio de monjas que juegan al criquet sin ropa interior pero con mucho viento, me ha convertido en un ser torturado por el sentimiento de culpa; por eso, apenas pierdo consistencia en la entrepierna, me invade EL ARREPENTIMIENTO y borro esos archivos de elfas en tresdé que me ha costado de diez a veinte horas hacer. Horas rebosantes de placer y excitación anticipados, ahí está la gracia.

No había pensado en lo de los dos polos dándose la mano, qué tal, hace buena tarde, es como apostar contra sí mismo y que la mano derecha pague a la mano izquierda. Un simple cambio de bolsillo.

Y también: esa idea de Hongos de que pierda los tomos de Freud, con lo que deben de pesar, por fuerza tiene que ser un cambio muy brusco, una patada involuntaria a mitad del paso por la pérdida de peso.

Porterodelantero dijo...

Al hilo del último comentario de arriba.

Sin el apoyo de Freud, se convierte en un desequilibrado.

¡Toma ya! ¡Mira a dónde hemos llegado!

Jaime Wulff dijo...

Hola a todos, soy profesor de dibujo en un instituto y esta entrada me ha enternecido especialmente... ver como se arreglan la vida los chavales para disimular lo que les sale mal o contemplar durante horas el dibujo contrahecho de superman como cagando, por ejemplo, con todas las lineas temblorosas y todas las proporciones grotescas y manchas de aceite en el papel y el niño que te acerca el dibujo con los ojos llenos de ilusión, todo orgulloso... uno sólo puede felicitarle y decirle que siga así, que está muy bien.

Patricil dijo...

JAJAJAJAJA