La típica residencia de ancianos, muchos Alzheimers. Por favor, ¡que estos viejos no se enteran de nada!, hay dos señoras a las que siempre sientan juntas, cada una en su sillón, una murmura y revisa el entorno programáticamente como un jilguero y la otra se pasa el día en babia. Cada vez que alguna enfermera ha de intervenir sobre la señora que está en babia, la otra grita ¡no la toque, esa señora es mi hijo!, en fin, deslizamientos.
Y también traigo el Rey de las Ratas, una leyenda biológica que algunos creen verdadera (todo esto lo explicaron en Cuarto Milenio). Como sabéis, las ratas suelen articularse en jauría, pasan unas sobre otras generando auténticas llamaradas de pelo negro. Por lo visto a veces sus colas, que suelen estar manchadas de excrementos, sangre, fango y fuego, se adhieren y se anudan accidentalmente, entonces se forma una especie de muñeco hecho de ratas que popularmente se denomina Rey de las Ratas. Esta peculiar disposición en forma de asterisco adquiere enseguida el status de entidad superior para el resto de las ratas, que corren prestas a buscar alimento para su Rey (así dijeron en Cuarto Milenio). A mí me parece que la torpeza de un grupo de ratas no merece semejantes atenciones, todo lo contrario, ¡merece mofa!. Con despistes de este tipo, las ratas están ofreciendo una imagen ridícula de falta de coordinación.
La ilustración de la izquierda muestra que El Rey de la Ratas, ese patético lío, viene de tiempos antiguos. En la otra imagen, un supuesto Rey (ya muerto, claro) que se desprendió en bloque de una chimenea que alguien decidió limpiar (menudo armatoste, ¡y vaya susto!).
Me voy a dormir, buenas noches.
1 comentario:
¿Y qué tal un peluquín de ESO?
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