Creo que para este baile cederé el timón a Jonathan Millán*, un niño premadurado en Francia. Lo que voy a relatar a continuación es una secuencia de apreciaciones suyas, de Millán, hechas a tiempo real durante un paseo a pie en que fuimos adelantados por una pareja de jóvenes, diría que hermanos, barceloneses. Eran un chico y una chica de apenas dieciséis años, modernos, normales, el pelo un poco raro, la ropa bastante pensada, perfume. Como he dicho andaban con cadencia de hermanos o de novios desganados, salieron de un portal detrás de nosotros y los tuvimos a nuestra espalda (Jonathan y yo tenemos una sola espalda) durante unos metros, entonces Jonathan, el niño francés, dijo con su voz de serpiente “nos van a dar una paliza”. La idea de ser agredidos gratuítamente por unos hermanos, chico y chica, muy jóvenes, de talla pequeña, buenos estudiantes (la hermana dejando inconsciente al barbudo Noguera), la verdad es que a veces los jóvenes de hoy parecen vampiros. Pero el núcleo llega ahora, cuando nos adelantaron me fijé en que el chico llevaba unos botines deportivos completamente blancos y lisos, de formas vagas y sintéticas, como hechos al torno con arcilla y luego esmaltados. Entonces Millán propuso algo muy loco**, vino a decir que los botines no contenían los pies del chico, no contenían nada, eran puro hueso, eran dos formaciones óseas pulidas con forma de zapato, los auténticos pies del chico estaban encima de esos dos extraños huesos, por eso llevaba pantalones anchos de rapero, para ocultar aquella virguería anatómica.
Aquí he plasmado mi idea de los pies de ese chico, el hueso calcáneo se prolonga, ya desprovisto de carne, por debajo del pie formando un botín deportivo.
La idea de un documental costumbrista para la televisión en que presentan el día a día de estos dos hermanos, lo titulan Una Generación Revolucionaria, dura una hora y media y, para sorpresa del espectador no se muestra nada fuera de lo normal, ni rastro de elementos revolucionarios, incluso se podría decir los dos hermanos son demasiado anodinos, pero justo al final del reportaje el chico se sube la pernera del pantalón y sonríe orgulloso mostrando aquel desastre, el documental acaba dando a entender que la revolución tiene algo que ver con lo que el chico tiene en los pies, pero no aclaran si a nivel conceptual, estilístico, genético, psicológico, o qué coño.
Pero no me digáis que algo así no sería revolucionario.
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*No dejéis de visitar el blog http://todoestehuesoesmio.blogspot.com/, donde Millán ha colgado algunos fragmentos del libro que está preparando con material de su cosecha y la mía y que será publicado en unos meses.
** El calificativo loco o muy loco, aplicado a cualquier situación, objeto o pensamiento, es un hallazgo expresivo de Esteban y Xavier, los integrantes de Venga Monjas. Dios sabe el ejercicio de contención que he de hacer para no usarlo a todas horas, es una auténtica droga política. Calificarlo todo de loco, no sólo en el sentido de alocado sino más bien en el sentido restringido que le da la semántica de los Venga Monjas. El significante loco en los Venga Monjas, menudo grano.